Miedo al veterinario: ¿cómo evitarlo?

Miedo al veterinario

Ansiedad, nerviosismo, lamentos desconsolados… ¿Reconoces estos comportamientos cuando llevas a tu mascota al veterinario? Te ayudamos a mitigar su miedo.

Todos tenemos cierto pavor a determinados especialistas sanitarios. Sin excepción. ¿O es que no te has echado a temblar con una visita al dentista, el traumatólogo o una simple extracción de sangre? Pues, de la misma manera que el ser humano siente aflicción ante determinadas consultas médicas, muchas de nuestras mascotas son incapaces de controlar su miedo al veterinario. Sus síntomas son muy fáciles de reconocer y, a veces, ni siquiera es necesario que pongan una pata en la clínica para que se manifiesten.

Los animales temen al veterinario como nosotros a algunos médicos #miedoalveterinario #mascotas Clic para tuitear

El olor, las malas experiencias previas, la propia enfermedad, la presencia de otros animales… Son muchos los factores que desencadenan la ansiedad y el miedo que muchas mascotas sufren cuando llegan al veterinario. Pero no son irreversibles. Existen técnicas que puedes llevar a cabo para que las visitas al especialista animal dejen de ser una tragedia.

Gatos con miedo al veterinario

Consejos para que tu mascota pierda el miedo al veterinario

  1. Un hábito desde bien pequeños. Uno de los primeros pasos para evitar el miedo al veterinario es acostumbrar a nuestras mascotas a las visitas desde cachorros.
  2. Citas frecuentes, no solo cuando sea necesario para su salud. La ansiedad y el miedo al veterinario se desencadenan, normalmente, por malas experiencias previas: vacunas, cirugías, curas, garrapatas rebeldes… Por eso, además de las visitas obligatorias, es bueno acudir a la consulta veterinaria sin ninguna otra excusa que familiarizar al animal con el entorno. Así, no lo verá como una amenaza.
  3. Muéstrate relajado. Si tu perro o gato te nota más inquieto o atento que en cualquier otra circunstancia, échate tú también a temblar. Puede que sea solo un mito, pero los animales huelen tu nerviosismo y lo van a asumir como propio. Intenta mostrarte relajado y despreocupado. Y, aunque sea duro, no los consueles o el disgusto irá a mayores.
  4. Sobre todo en el caso de los gatos, acostúmbrales al transportín. No montes la caja justo antes de salir para la clínica e intenta no obligar al animal a meterse en ella. Si lo hace por iniciativa propia, supone mucho menos trauma. Introduce un juguete, una prenda que le huela familiar y algún premio y seguro que se acaba animando.
  5. Visita lúdica. Una vez en la clínica, juega con tu perro o gato, dale caricias, déjale conocer al resto de los presentes… Cualquier actitud que le transmita que está en un lugar seguro y con personas de confianza. Normalmente, el propio veterinario da un premio a las buenas mascotas al acabar la consulta. Si no es así, dáselo tú mismo y recuérdale que ha sido un/a buen/a chico/a.

Y tu mascota ¿cómo reacciona cuando se da cuenta que le llevas al veterinario? ¿Le tiene miedo o se muestra tranquilo? No dudes en enseñárnoslo.

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